Abrazando al Apóstol Santiago en la Catedral de Santiago |
En conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza afirmaba:"Mis abuelos eran descendientes de gallegos, y muchas de las cosas sobrenaturales que me contaban provenían de Galicia. Pero creo que ese gusto por lo sobrenatural propio de los gallegos es también una herencia africana." (El olor de la guayaba)
Visita a Santiago en 1983 |
En una visita a España en 1983, también llegó a Galicia:
"
De modo que decidí regalarme en la realidad uno de mis sueños más
antiguos: conocer Galicia.Alguien a quien le gusta comer no puede pensar
en Galicia sin pensar antes que en cualquier otra cosa en los placeres
de su cocina. "La nostalgia empieza por la comida", dijo el che
Guevara, tal vez añorando los asados astronómicos de su tierra
argentina, mientras se hablaba de asuntos de guerra en las noches de
hombres solos en la sierra Maestra. También para mí la nostalgia de
Galicia había empezado por la comida, antes de que hubiera conocido la
tierra. El caso es que mi abuela, en la casa grande de Aracataca, donde
conocí mis primeros fantasmas, tenía el exquisito oficio de panadera, y
lo practicaba aun cuando ya estaba vieja y a punto de quedarse ciega,
hasta que una crecida del río le desbarató el horno y nadie en la casa
tuvo ánimos para reconstruirlo. Pero la vocación de la abuela era tan
definida, que cuando no pudo hacer panes siguió haciendo jamones. Unos
jamones deliciosos, que, sin embargo, no nos gustaban a los niños
-porque a los niños no les gustan las novedades de los adultos-, pero el
sabor de la primera prueba se me quedó grabado para siempre en la
memoria del paladar. No volví a encontrarlo jamás en ninguno de los
muchos y diversos jamones que comí después en mis años buenos y en mis
años malos, hasta que probé por casualidad -40 años después, en
Barcelona- una rebanada inocente de lacón. Todo el alborozo, todas las
incertidumbres y toda la soledad de la infancia me volvieron de pronto
en ese sabor, que era el inconfundible de los lacones de la abuela. De
aquella experiencia surgió mi interés de descifrar su ascendencia, y
buscando la suya encontré la mía en los verdes frenéticos de mayo hasta
el mar y las lluvias feraces y los vientos eternos de los campos de
Galicia. Sólo entonces entendí de dónde había sacado la abuela aquella
credulidad que le permitía vivir en un mundo sobrenatural donde todo era
posible, donde las explicaciones racionales carecían por completo de
validez, y entendí de dónde le venía la pasión de cocinar para alimentar
a los forasteros y su costumbre de cantar todo el día. "Hay que hacer
carne y pescado porque no se sabe qué le gusta a los que vengan a
almorzar", solía decir cuando oía el silbato del tren. Murió muy vieja,
ciega, y con el sentido de la realidad trastornado por completo, hasta
el punto de que hablaba de sus recuerdos más antiguos como si estuvieran
ocurriendo en el instante, y conversaba con los muertos que había
conocido vivos en su juventud remota. Le contaba estas cosas a un amigo
gallego la semana pasada, en Santiago de Compostela, y él me dijo:
"Entonces tu abuela era gallega, sin ninguna duda, porque estaba loca".
En realidad, todos los gallegos que conozco, y los que vi ahora sin
tiempo para conocerlos, me parecen nacidos bajo el signo de Piscis." (El País)
Puedes consultar los siguientes enlaces que relacionan al Nobel colombiano con la ciudad de Santiago de Compostela.
Viendo llover en Galicia
García Márquez, un"gallego terco"